Soy esposo de Edith, padre de dos niñas y un varón. Edith es mi fortaleza, tanto en el trabajo como en casa. En horas de oficina, Edith mantiene la firma funcionando a la perfección y se toma su tiempo para verdaderamente conocer a los clientes – no sólo conocer sus problemas legales, sino también conocerlos como las personas que son y a sus familias. Nuestras horas libres están repletas de actividades escolares y de partidos de fútbol. Parece que mis hijos heredaron mi pasión por el fútbol (yo jugaba 2 ó 3 veces por semana antes de tener a mis hijos) y cuando mis hijos ya contaban con la edad suficiente yo fui el entrenador de la mayoría de sus equipos de fútbol. La mayor de ellas pasó ahora a jugar con su equipo de Preparatoria y un exclusivo y competitivo equipo también. Yo continúo entrenando a mi hijo y estoy deseoso de que mi hijo más chico ya tenga la edad suficiente para empezar a jugar.

Disfrutamos de viajar juntos como familia y, por lo general, Edith y los niños pasan los veranos en México en un pequeño “rancho” en Guanajuato, México, lugar donde nació Edith. Nos encanta visitar esa región, comemos un montón de tacos en la calle y maíz recién preparado. Me fascina pasear en mi bicicleta por el pueblo y a lo largo de kilómetros llenos de maizales que rodean su poblado. El estado de Guanajuato es uno de los lugares más hermosos del mundo entero y sus habitantes son muy hospitalarios. Si usted tiene ganas de visitar el México “de verdad”, venga a Guanajuato, Guanajuato para que experimente un pueblo colonial lleno de historias de la Revolución Mexicana, de momias, de música y romance. ¡Después me da las gracias!

Yo crecí justo aquí en Houston, Texas y, si bien es verdad que nunca me he considerado una persona muy atlética, me gusta practicar deportes, sobre todo el fútbol soccer. Después de mi preparatoria, me mudé a College Station para asistir a la Universidad de Texas A&M. Trabajé tiempo completo durante la mayor parte de mi vida como estudiante universitario. Trabajé en varios restaurantes, así como en la cocina del mal afamado restaurante Dixie Chicken ¡preparando “Hamburguesas de la muerte”!

Después de graduarme, aún no estaba listo para irme de College Station, así que un día me presenté a un examen de aptitud física en el Departamento de Policía de esta ciudad. Un poco más tarde, ¡ya andaba vestido de azul y hasta cargaba una pistola! Fui oficial de policía durante un tiempo relativamente corto, pero la verdad, creo que la experiencia que adquirí continúa ayudándome con mis casos hasta el día de hoy. La verdad es que disfrutaba ser oficial de policía y me siento mucho muy orgulloso de poder ayudar a que las personas puedan superar algunos de los peores momentos de sus vidas. También tengo muchos recuerdos divertidos que tienen que ver con muchas de las circunstancias y de los personajes con los que me encontré cuando era policía. Cuando me vea, no se le olvide preguntarme alguna de mis historias policiacas que, aunque sean extrañas, son verídicas.

Después decidí asistir a la facultad de derecho y me gradué con honores en 1993. Pasé el examen del colegio de abogados y pude cogar mi letrero de abogado. Desde entonces he ejercido la abogacía por mi propia cuenta. Ya han pasado 20 años y ha sido una jornada emocionante. En el pasado, cuando contaba cómo era mi vida todos los días como oficial de policía a menudo decía que era 90% de aburrimiento y ¡10% de terror absoluto! Ahora como abogado es algo parecido porque la mayoría de las cosas que hacemos no son divertidas. Sin embargo, a veces esta parte aburrida de nuestro trabajo es lo que ayuda a construir o comprender un caso. La rutina diaria de tener que estar verificando y cotejando los hechos y los testigos en un caso es lo que realmente hará la diferencia. Tengo la convicción de que mi experiencia anterior como oficial de policía me ha servido para evaluar un caso penal y para determinar quién causó y cómo sucedió el accidente. Es experiencia que me ha ayudado a determinar quién es una persona fiable y quien podría no estar diciendo la verdad – lo cual es una gran habilidad al momento de trabajar en un divorcio, en un caso penal o en un caso de lesión personal.

Realmente disfruto de resolver problemas para los clientes, pero lo que más disfruto son las relaciones que he construido con ellos a través de los años. La mayoría de mis clientes llegan por recomendación de otro, lo cual significa que, en algunos casos, dos o más generaciones de mis clientes surgieron del cliente original. Si yo pudiera hacer un árbol genealógico de mis clientes, el árbol sería un laberinto grande de amistades y familiares conectados unos con otros.

Mi método para ejercer la abogacía es muy diferente a la de la mayoría de los abogados e, incluso que la mayoría de los profesionales. La forma de pensar de antaño consistía en que nos quedáramos con toda la información sin compartirla – para mantenerlos a ustedes, los clientes, con los ojos vendados. Solían creer que esa es la forma de hacer negocios y la mayoría lo sigue creyendo, ¡pero estoy en total desacuerdo!

Casi todos mis clientes son de origen hispano y la gran mayoría son de México. Y a pesar de que todavía sigo perfeccionando mi español para hablarlo con fluidez, entiendo la cultura, la tradición y su pueblo. Y todos ellos me fascinan.

Las compañías de seguros han contaminado a los jurados haciéndoles creer que la mayoría de las personas que inician un reclamo por lesiones lo hacen sólo con la finalidad de aprovecharse del sistema. Estas empresas aseguradoras han gastado grandes fortunas de dinero para convencer a quien se pueda de que la Reforma de Responsabilidad Extracontractual era necesaria (ciertas leyes que hacen mucho más difícil que alguien con lesiones reciba justicia). Tal vez es cierto que sí hay personas por ahí que están solicitando de manera fraudulenta el pago de reclamos, pero la mayoría de personas que abre un reclamo es porque realmente están heridas. Es el problema donde pagan justos por pecadores porque hay quienes sí tienen una lesión legítima. Si bien todo esto hace que mi trabajo sea mucho más difícil, continúo peleándome con las compañías de seguros.

Si usted me pregunta quién soy, puede ver lo que hago y mi historial en la parte de arriba. Pero ese no es “quien” yo soy. No soy yo porque ser abogado es nada más lo “que” hago. Estoy casado con una maravillosa esposa que se vino desde el estado de Guanajuato, México para que, un día, me pudiera conocer y se pudiera casar conmigo. Tengo tres niños encantadores. Acepto que necesito ir a la iglesia más seguido, pero también es verdad que tengo una fuerte relación con Dios. Soy esposo, padre, entrenador de béisbol y fútbol soccer, chofer de taxi de mis hijos, cocinero y encargado de los cuidados del césped.

En otras palabras. Lo más probable es que usted y yo seamos muy parecidos.